Una iglesia pobre y para los pobres |
martes, 18 de marzo de 2014 | |
J. I. González Faus. Querido
hermano Francisco, obispo de la iglesia que debe “presidir en el amor”:
me digo que son demasiadas las cartas que se te escriben, que no puedes
leerlas todas y que nuestra tarea hoy no debería ser dictarte lo que
has de hacer, sino ayudarte en lo que has propuesto. Pero hay un punto
que me parece muy importante, muy olvidado, urgente y relativamente
fácil. Tiene además que ver con tu ilusión de “una iglesia pobre y para los pobres”. Y es el que me impulsa a ponerte estas líneas.
A Francisco, obispo de RomaJ. I. González Faus. Querido hermano Francisco, obispo de la iglesia que debe “presidir en el amor”: me digo que son demasiadas las cartas que se te escriben, que no puedes leerlas todas y que nuestra tarea hoy no debería ser dictarte lo que has de hacer, sino ayudarte en lo que has propuesto. Pero hay un punto que me parece muy importante, muy olvidado, urgente y relativamente fácil. Tiene además que ver con tu ilusión de “una iglesia pobre y para los pobres”. Y es el que me impulsa a ponerte estas líneas.
Me pregunto si no hay un amplio sector eclesial que esgrime con furia determinados preceptos de la Iglesia, mientras que otros que no le gustan no los contradice ni los discute con argumentos, sino simplemente los olvida, los mete en el congelador o los envuelve con el plástico de un silencio absoluto. Temo que eso mismo hemos hecho con la enseñanza citada de la SRS: en momentos tan duros y tan trágicos como los actuales, para tantas gentes, no puedo menos de pensar en algunos “objetos preciosos de culto divino” de mi país: la custodia de la catedral de Toledo, las joyas de la corona de la Virgen del Pilar, la Sagrada Familia de Barcelona, el cáliz de la cena de Valencia (que además tiene mínimas posibilidades de ser auténtico) y otros que yo desconozco ¿no deberían haber sido “enajenados” hace tiempo, para ver cómo pueden remediar el hambre y las lágrimas de tanta gente sencilla que son los verdaderos paganos de nuestra crisis económica? Todas esas riquezas no le dan ningún culto a Dios; en cambio, ponerlas al servicio de las víctimas de nuestra crisis sería un gran acto de culto divino, con tal que no se haga alocada y precipitadamente, sino estudiando el modo de que resulten lo más eficaces posible. Temo que los católicos de mi país seamos responsables de un pecado grave en este punto y me duele que ninguna voz autorizada de la iglesia española se haya levantado para evitarlo. Cuento con que decirte esto me puede costar más de dos bofetadas porque herirá sentimientos patrióticos. No deseo herirlos; pero pienso que el Reino de Dios es nuestra patria más verdadera, mucho más que todos nuestros localismos fatuos. Y esa enajenación de los objetos del culto divino pertenece al reino de Dios; mientras que negarse a ella sólo obedece a orgullos o miedos demasiado humanos. Sé que hay mucha gente sincera dispuesta a seguirte y ayudarte por la autoridad que te has ganado en estos meses. Y que una palabra o indicación tuya en este sentido podría ser un gran acto de culto divino válido, para toda la Iglesia. Perdóname si por ello te doy la lata. |
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