Reacciona! La lucha no violenta supone el bien común! |
miércoles, 07 de noviembre de 2012 | |
Me consta que Miguel Quinteiro, vigués de 68 años, con el que he compartido alguna mesa redonda para hablar de banca ética, fue como miles de personas a expresar su abatimiento ante los políticos de turno, más preocupados por ellos mismos que por los problemas de los más excluidos de la sociedad. Su actitud en todo momento fue de no-violencia, como así lo acreditan varios vídeos en internet.
Vamos, que a mí me recuerda a
uno de los defensores de la no-violencia activa, como Mahatma Gandhi,
del que seguramente habremos oído hablar. Frases de él como “Ojo por
ojo, y todo el mundo acabará ciego” o “La violencia es el miedo a los
ideales de los demás” son reflejo de una vida comprometida por los
derechos de los empobrecidos, que muchas veces tuvo enfrente nada más y
nada menos que a la Gran Bretaña de la primera mitad del siglo XX.
Habrá gente que esté más o menos de acuerdo con las concentraciones
ciudadanas delante del Congreso de los diputados de ese día, pero lo que
no puede ser es que paguen justos por pecadores, no puede ser que el
fin justifique los medios (la violencia). Y esto, que es predicable para
cada ciudadano, pues ser pacífico es ser humano, resulta más deplorable
cuando hablamos del estado, que se manifiesta exteriormente a través de
las fuerzas y cuerpos de seguridad, tanto sean policías ordinarios como
antidisturbios. Otra cosa es que las órdenes emitidas sean justas o no,
es decir, que se incida en la represión pura y dura sin tener en cuenta
la dignidad de los ciudadanos o no, pero eso lo dejamos para otro
momento.
Estamos inmersos más en una civilización de la
muerte que de la vida. En muchos lugares del mundo no se dan unas
mínimas condiciones para vivir, por falta de agua potable, comida,
enseñanza, medicinas, etc. Y es tanto más sangrante si tenemos en cuenta
los miles de millones de euros o dólares que se dedican día sí y día
también a gastos inútiles, superfluos e incluso perjudiciales para los
seres humanos.
La postura digamos que razonable podría
ser la de emplear la violencia para intentar conseguir la paz. Incluso
en el catecismo de la iglesia se habla de la legítima defensa y de la
“guerra justa” en determinadas situaciones, como último medio a emplear.
Asimismo, hay realidades tan clamorosas, en las que manda la “tiranía
evidente y prolongada, que atenta gravemente a los derechos
fundamentales de la persona y daña peligrosamente el bien común del
país” donde la violencia puede tener sentido (cf. Populorum progressio,
30).
![]()
La mansedumbre hecha vida por muchas personas, comenzando por Jesús de
Nazaret, que fue manso hasta la muerte en la cruz, no quiere decir que
no se dejen de denunciar las injusticias. Pero sí muestra un
desprendimiento personal, aunque uno sufra padecimientos, por un valor
superior: el amor a los demás. Y esta actitud vital de no-violencia es
la que mueve el mundo, la que fomenta vivencias humanizadoras, la que
ayuda a que las personas podamos tener los mismos derechos, negros y
blancos, hombres y mujeres. Ante la violencia estructural, actuemos con
métodos pacíficos, para que el mundo avance.
Una forma real de lucha y de transformar la injusticia y miseria globalizada que sufre la mayor parte de la humanidad es trabajar en iniciativas como la hipoteca social sobre la propiedad
privada. Es mucho más que un tostón filosófico. Si digo que hablaré de si es justo o moral el robo
en un supermercado, entonces subimos las antenas y nos preparamos para
vigilar todas y cada una de las palabras que se van a verter en este
artículo. Hablaremos de las dos cosas, que tienen mucho que ver entre
sí.
No por ser más conocido, vamos a sacar hilo de la
noticia que sacudió portadas de periódicos el pasado mes de agosto y que
sigue dando juego mediático. Docenas de trabajadores cogen un carro en
un supermercado, meten artículos de primera necesidad (leche, pan, etc.)
y salen sin pagar. Acto seguido hacen lo mismo en otro súper.
Inmediatamente, van a un banco de alimentos y depositan todos los
objetos sustraídos.
A nivel legal, la conducta parece
antijurídica y, por lo tanto, después de un proceso judicial, lo lógico
sería una condena de las personas que formaron parte de la toma. A nivel
moral... podemos acudir a lo que nos dice el Catecismo, en el nº 2408:
“No hay robo si el consentimiento puede ser presumido o si el rechazo es
contrario a la razón y al destino universal de los bienes. Es el caso
de la necesidad urgente y evidente en que el único medio de remediar las
necesidades inmediatas y esenciales (alimento, vivienda, vestido...) es
disponer y usar de los bienes ajenos.”.
![]()
La tradición y los santos padres ya señalaban la inmoralidad de
determinados actos, y por poner un ejemplo, comentaba Santo Tomás de
Aquino: “Y si la necesidad de alguien es tan grave y tan urgente que hay
que remediarla con lo primero que se tenga a mano…, entonces cualquiera
puede remediar su necesidad con los bienes de los demás, tanto si los
quita de modo público como secreto; y esta acción no reviste carácter de
robo ni de hurto” (Summa Theologica, 2ª 2ªe, cuestión 76).
González Faus, en una carta dirigida al ministro de interior, comentaba
que el gobierno pretende hacer recortes, para reunir 65.000 millones de
euros, pero al mismo tiempo en nuestro país hay 16 personas con una
fortuna de cerca de 60.000 millones de euros. ¿La crisis creada en parte
por los bancos la tienen que pagar los más débiles o aquellos que se
han beneficiado económicamente de este capitalismo salvaje?
¡Y ojo! Que el Catecismo (nº 2409) también indica que son contrarias al
séptimo mandamiento determinadas acciones, como pagar salarios
injustos, elevar los precios especulando con la necesidad del otro o
hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con la
finalidad de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción; la
apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa;
los trabajos mal hechos; el fraude fiscal; los gastos excesivos; la
dilapidación. ¿Contra las persoas que cometen todas estas otras acciones
vamos a hacer el mismo juicio que con los trabajadores que llevaron
comida a un banco de alimentos? Silencio.
Esto de los
súper son tortas a nuestra conciencia y, sobre todo, a la de los
gobernantes que parecen pensar más en sus intereses que en los de los
más débiles. Pero es necesario que reine la solidaridad por encima del
individualismo. Nos lo exigen Jesús y los pobres. Y otro día hablaremos
de la distribución de bienes a través de las cadenas alimentarias, que
también es harina de otro costal.
Autor: Alfredo Losada Suárez
![]()
|
< Anterior | Siguiente > |
---|